Runaway (B. Skow, 2011)



El nuevo trabajo del tándem Skow-Stanley ('The Condemned', 'The Incredible Hulk') tiene una estructura clásica, una trama dramática, un buen uso de los exteriores, sexo duro y alguna que otra buena interpretación; pero tras acabar de verla (y también durante el metraje) lo que te queda es un simple telefilme de sobremesa on the road, con una guarrilla con pájaros en la cabeza, un actor clásico y un buen anal.


La historia de esta road movie es la de Amy, que a sus 18 años recibe una postal de su padre, desaparecido desde su nacimiento y del cual su madre no quiere ni hablar. Tras la enésima discusión con su madre, Amy se lanza a la carretera para ir en busca de su padre y comenzar de nuevo.


La trama da cierta pereza, pero de manos de Skow y Stanley te podía dar una sorpresa. Pero no es así. Pese a no tener mal ritmo narrativo, la cinta no te engancha, el drama sólo funciona a medias y el final sólo hace que reforzar ese halo de tv-movie.



A su favor tiene a Tom Byron, siempre efectivo en la parte interpretativa y aportando profesionalidad a un reparto sin grandes aptitudes actorales, y a Capri Anderson, que aunque no tiene el nivel suficiente para llevar su papel dramático, seduce constantemente en su papel de guarrilla-exhibicionista-con-síndrome de Electra.



Ante este panorama que sólo roza el aprobado pese a un más que aceptable apartado técnico, es de suponer que la parte sexual es de lo más destacado de la película. Así es. Duro y algo sucio como nos tiene acostumbrados B. Skow, la mejor escena sexual de la película la protagoniza la gran Phoenix Marie, una camarera de Dinner de carretera con un affair tan duradero como esporádico con Tom Byron, que se entrega de seguida a un espectacular anal y juega con sus bragas con el barbudo ex novio de Traci Lords.


El resto tampoco está nada mal. La parte sexual abre bien con dos chicas malas y bien morbosas. Las amigas de Capri, Asphyxia Noir y Skin Diamond, se lo montan con Mark Wood en una escena en la que el chico se va turnando a las jovencitas tras un rato de lésbico y un buen oral. Noir y Diamond repiten trío después con el psicótico Barry Scott, con otra escena potente y morbosa en la que la negra ofrece un buen anal, destacando, como antes, por encima de la pálida Noir.


Lisa Ann, la madre de Capri, se marca una de sus escenas standard (con anal) con Barry Scott que seguramente gustará a los fans de las MILF y las tetas operadas. Y Skow se reserva a Capri Anderson para el final con dos buenas escenas seguidas: una con Jerry en un baño y otra con Tom Byron, además de una buena mamada a Byron en exteriores y la masturbación del principio del filme.



La parte sexual salva un poco un proyecto que sería más pasable si no viniera de manos de B. Skow y David Stanley, dos nombres de los que se espera siempre un producto sorpredente, nuevo y contundente como el del año pasado o el propio ‘Spread Eagle’. Es más que posible que saque nominación a los AVN aunque será por puro formalismo y por unas listas de nominados demasiado largas. Esperemos que el dúo maravilla del porno americano nos sorprenda la próxima vez.














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