Horizon (Sam Hain, 2011)



A veces te extraña y hasta te preocupa leer grandes elogios en críticas a películas que, aunque vistosas, con mucha publicidad, algunos toques de genialidad y grandes premisas resultan flojas, carentes de alma y, en definitiva, decepcionantes. Eso me pasó hace dos años con la anterior epopeya de ciencia ficción de Wicked Pictures, ‘2040’, y ahora con la que trae Sam Hain, ‘Horizon’, la gran apuesta de la compañía de Orenstein que no pasará a la historia.




Para no atacar directamente, empezaré fijándome en las cosas buenas de la película. Pero antes, decir que se trata de una película de ciencia ficción que narra la historia de los tripulantes de la nave ‘Horizon’, que tienen la desagradable y suicida misión de regresar a un planeta tierra invadido por extraterrestres que han acabado con la mitad de la población mundial para hacer estallar una bomba que acabe con todos y, también, con dos mil millones de personas que siguen todavía vivas y no han sido evacuadas.




Uno de los aciertos del filme son los extraterrestres en sí. Un gran diseño de producción (con muchas referencias) en unos bichos que apenas se ven durante el metraje, un gran acierto en este tipo de películas, potenciando el misterio e, incluso, su peligrosidad. Sólo se dejan intuir en diversas secuencias hasta el final, cuando los vemos en todo su esplendor, y su punto álgido llega cuando lo vemos regodeándose entre penumbra ante una aterrorizada Bobby Starr en un claro homenaje a ‘Alien’, de Ridley Scott.




Las secuencias del espacio están bastante bien conseguidas (pese a algún momento algo cutre a lo videojuego setentero), así como el secuestro al alba de Kimberly Kane y el plano cenital dentro la nave (que hace recordar su impresionante secuencia de abducción en ‘The Visitors’). Tenemos también resultonas secuencias en exteriores desérticos (que destacan por lo austeras que son las de interiores) y, menos mal, unos magníficos 10 últimos minutos, un cierre a la película que te mantiene pegado a la pantalla en todo momento deseando ver el siguente plano.





Lo malo es que eso es lo que debería haber provocado toda la película, pero en realidad te pasas la mitad del metraje para que llegue algo interesante (más de una hora para plantear el primer acto), con secuencias asépticas que no transmiten nada plagadas de personajes que, en su mayoría, no te llegan a importar. Ese es el principal fallo del filme, que no transmite en absoluto, que los conflictos no funcionan y te pasas toda la película pensando que la historia que deberían haberte contado es lo que ha pasado antes de empezar y que se narra al principio con letras en la pantalla: la invasión, la matanza y el éxodo de los terrícolas.




Y de eso tiene la culpa el guión, mal estructurado y carente emoción; Hain, que falla en la planificación de muchas secuencias (sobre todo en la conversación de Drake y Lei con el presidente, Xander Corvus), y los actores (horrible Andy San Dimas), que salvo Misty Stone y Bobby Starr parece que no les importe en absoluto el conflicto que aguanta toda la trama. Con todo esto es difícil levantar una película, pero lo que definitivamente no ayuda es una batalla espacial sin ritmo ni emoción (pese a la gran producción) y unos tiroteos a la nada que evidencian que Hain no es un director de cine de acción. Tampoco ayudan unos decorados interiores tan asépticos, ni los cascos de moto de los soldados, que no puedes dejar de mirar preguntándote quién los ha elegido.




En una producción de este calibre, es inexcusable que la parte argumental falle, pero siempre tienes la esperanza de que el sexo (estamos hablando de porno) salve la situación. Pero no. En Wicked Pictures estamos acostumbrados a escenas suaves sin mucha energía, y eso es lo que trae esta película, escenas que te dejan bastante indiferente potenciadas en sentido negativo por una repetición constante de decorados sin atractivo.



Lo mejor en este campo es el lésbico de Bobbi Starr y Kaylani Lei (algo más pasional que el resto), pero se esperaba más de Kimberly Kane (que le pone ganas pero la secuencia se queda ahí) y sobre todo del trío de Alektra Blue, en el que ella tiene la pasión habitual pero que, por alguna rezón, te deja frío.



Tenemos otro lésbico al final, con Kane y Aiden Starr, que no venía muy a cuento y que la iluminación y los filtros artísticos no dejan disfrutar; una escena más que sosa con Jessica Drake, y a Misty Stone con Bill Bailey, en una buena escena pero que se hace aburrida al rato.



El buen sabor de boca que te dejan los últimos minutos (sinceramente, bien llevados y que valen la pena ver) y el final inesperado y bien realizado hacen que lo que acabo de escribir me parezca una crítica excesivamente dura, pero lo cierto es que no hay nada peor que ponerte delante de una película con mucha publicidad y aclamación popular y que te decepcione, que te deje frío. Otra vez será.














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