800 Fantasy Lane (Svetlana, 1979)



'800 Fantasy Lane' es uno de esos clásicos instantáneos de la época dorada del cine X que no han recibido la consideración que merecen. Y es que el debut tras las cámaras de Svetlana (que ya había escrito un par de guiones, además de este) es una divertida comedia llena de ritmo, imaginación, sexo libertino, bellezas naturales y grandes momentos. Como no, al frente de todo, está el mejor actor que ha dado el cine X, Jamie Gillis, acompañado de su colega Bud Wise y un plantel femenino de ensueño con Desiree Cousteau, Lisa De Leeuw (en su primer trabajo), Hillary Summers, Nancy Suiter y la estupenda Serena, entre otras.


Gillis y Wise se hacen pasar por dos magnates del petroleo para ser tratados como reyes en una agencia inmobiliaria de lujo muy especial en la que las vendedoras, todas estupendas, saben dar un servicio extra para asegurarse la venta.


La diversión y el enredo están garantizados con el planteamiento inicial y desde el mismo momento que los protagonistas aterrizan en Los Ángeles vemos que no les va a faltar compañía femenina. Cuatro de las bellezas de la agencia les recogen en en el aeropuerto y podemos disfrutar de los títulos de crédito tatuados a rotulador en la piel de una deliciosa chica que bebe una copa en la limusina.


La película está llena de momentos divertidos entre los dos protagonistas, dándoselas de ricos y alucinando con las chicas que van encontrándose en la mansión. Gillis se intenta sacar de encima a Wise para disfrutar solo de las chicas y Wise se la devuelve dejándole fuera de la casa para quedarse con Nancy Suiter y Aubrey Nichols, que ofrecen un buen oral con Gillis y una estupenda escena con un atardecer de fondo con el bueno de Wise.


Más tarde, Wise juega al tenis con Lisa De Leeuw y dos chicas sin acreditar (una de ellas con unas tetas estupendas) en una divertida escena en que las chicas, para poder ganar algún punto, le enseñan el culo y juegan sin camiseta, dando ganas de ver en bucle los momentos en los que bambolean sus tetas por la cancha a cámara lenta. Al final, no logran ganar el partido, pero De Leeuw se acerca a Wise en la red y le chorrea leche (falsa) de su teta derecha (¿!).


Y la parte sexual, muy bien integrada con la trama como casi siempre en el cine X clásico, da momentos memorables. Desiree Cousteau le hace un fist-fucking a Serena, momento que sólo pudo verse en cines y que en la edición casera quedó sólo en un trabajo manual con hasta cuatro dedos dentro de la actriz. Gillis, que campa a sus anchas por la película, tiene una escena en un jacuzzi con Hillary Summers, Nancy Suiter, Chris Anderson, Aubrey Nichols y Serena, y pasea sus dedos por la boca cubierta de semen de Lisa De Leeuw tras una cubana. 


Pero Gillis se encuentra realmente en su salsa en una escena de BDSM con Serena y Hillary Summers colgadas de arneses con cadenas, Chris Anderson azotándolas y Desiree Cousteau masturbándose al fondo. Gillis masturba con el látigo y quema pelos del pubis a Serena, a la que también se folla con fuerza y llega a abofetear y escupir en la boca. Somete a Summers entre él y Anderson con un strap-on, ambos se follan a Costeau y luego se corre encima de Summers, que acaba por el suelo. Vamos, una de esas escenas que adoraba el pervertido de Gillis.


Pero sin duda, el momento más antológico de la película llega cuando Gillis y Wise están jugando al billar con todas las chicas mientras fuman unos porros. Totalmente colocados, empiezan a delirar: Wise se imagina con una polla de dos metros de papel maché que chorrea leche que llueve sobre él, Chris Anderson, Aubrey Nichols y Serena en la escena más surrealista de la película.


Y Gillis, muy pasado, se ve a sí mismo en una jaula, con látigo, domando a Lisa De Leeuw y Aubrey Nichols (pintadas y actuando como un tigre y un leopardo) y a Serena, en una curiosa interpretación de un caballo. Obviamente, acabará follándose a las fieras, muy mansas tras la corrida psicotrópica de Gillis, en la escena más recordada y alabada de la película.


El filme termina con el dueño de la inmobiliaria descubriendo la farsa de los protagonistas y con Gillis y Wise solventando la situación, quedándose con el dinero negro de la empresa y con las chicas. Svetlana resuelve esta y todas las escenas con gran profesionalidad en la opera prima de su filmografía, aquí ayudada del gran Robert McCallum como director de fotografía.



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