Dementia 4 (Jim Powers, 2006)

Jim Powers estrenó hace tres años la cuarta entrega de su saga Dementia, una pesadilla sexual en la que el director dejaba fluir toda su perversidad y situaba en el centro de la historia a la encantadora Hanna. Junto a Hanna, y en una serie de escenas sexuales sin desperdicio, Powers nos regala el lado más sexy de Brooke Haven, Gia Paloma y Sasha Knox, entre otros. La historia, bastante convulsa y poco definida, gira al rededor del un acuerdo entre dos amigos por el que, una noche, permiten al otro entrar en su casa y acostarse con la mujer del otro con el beneplácito de las esposas. Pese a lo atrayente del trato, todo se torna una pesadilla.


Powers no nos decepciona con esta entrega de "Dementia". La historia es suficientemente entretenida (y sórdida) como para querer seguirla -aunque podría estar resuelta de una forma más racional-, los performers hacen bien su trabajo y su imaginería sexual está en plena forma. Hay imágenes estupendas, como la de Hanna inmobilizada por decenas de cadenas, la de Hanna con la camisa de fuerza rodeada de hombres o la de Gia con el dildo gigante. Powers cuida al máximo la planificación de la escena y el lugar de la cámara y, como no podía ser de otra forma, da rienda suelta a todos para lograr el sexo más descarnado.


La parte sexual de la película empieza fuerte con Brooke Haven envuelta en plástico y Jenner derramando cera sobre ella y regalándole una buena sesión de sexo duro. Tras una masturbación frente a la ventana, Sasha Knox recibe a Lee Stone en su cama para otra sesión de sexo. En una de las escenas más depravadas del filme, Hannah Harper, envuelta en celofán, se lo monta con Van Damage y Taryn Thomas, que viste un traje de dominatrix con un dildo metálico en la entrepierna. Sexo descarnado, salvaje y caliente. Hannah Harper llega de nuevo, sentada en el suelo y con una camisa de fuerza, con Mike Hash y Roger masturbándose a su lado y luego corriéndose en su cara. 


Gia Paloma, Sasha Knox, y Hannah Harper nos brindan después las mejor escena de la película junto a Alex Sanders, Corey Bucks y Jay Lassiter donde no falta de nada, desde anales a penetraciones con dildos gigantes, pasando por lésbicos y dobles penetraciones. Para terminar, Annette Schwartz y Hanna Harper, vestidas en látex, le muestran a un esclavizado Lee Stone lo que significa el buen sexo. Nada que objetar a la parte sexual de la película, que nos vuelve a mostrar porque Jim Powers es uno de lo directores más respetados de la industria cinematográfica. Sexo duro y extremo sin perder el estilo a la hora de rodar.


Powers nos regala, así, una película irregular, pero malsana y llena de sexo, que es justo lo que los fans de Powers requieren de él. Sexo descarnado, una buena puesta en escena, interpretaciones más que dignas y la sensación de que en una de sus películas todo puede suceder. ¿Y si Powers se juntara con Ramiro Lapiedra? Demencial.

Lo mejor: el sexo

Lo peor: que la historia se le va de las manos a Powers


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